Trabajar en equipo es crear una sinergia que sólo puede realizarse si hay tres voces en armonía: la del propio diseñador, con su experiencia y su trasfondo personal; la de los colaboradores que con conocimiento práctico aterrizan, concretan y producen las ideas; y la del cliente, que otorga su confianza y se invierte personalmente en su proyecto porque es él o ella quien debe apropiarse del diseño producido. Quién debe conectar con esa atmósfera cuidadosamente curada y creada para representarlo.

Y es que al final, todo es irrelevante y superfluo si no existe esa conexión. Porque el diseño interior no tiene otro propósito mayor que el de ayudar a nutrir ese trasfondo del cual se origina, enriqueciendo la vida, potenciando nuestra experiencia en el espacio y conformando a través de todos estos elementos el escenario donde las verdaderas protagonistas son las personas.

Entender ese fondo, el propio y el ajeno, es fundamental porque nos permite conectar con las identidades que eventualmente se imprimirán en el espacio y a nosotros mismos nos consagramos. Objetos que manifiestan una faceta de nosotros que es muy íntima, porque el espacio que habitamos es una piel más, tanto como nuestra propia vestimenta. Una que tiene ritmo y composición, y que contiene esas piezas claves que reflejan quienes somos, así como todos los objetos mundanos y sencillos que las  complementan, y que permiten que las piezas de valor se expresen. Casi como una sinfonía musical donde el sonido cobra sentido gracias a los silencios.

Entender ese fondo, el propio y el ajeno, es fundamental porque nos permite conectar con las identidades que eventualmente se imprimirán en el espacio y a nosotros mismos nos consagramos. Objetos que manifiestan una faceta de nosotros que es muy íntima, porque el espacio que habitamos es una piel más, tanto como nuestra propia vestimenta. Una que tiene ritmo y composición, y que contiene esas piezas claves que reflejan quienes somos, así como todos los objetos mundanos y sencillos que las  complementan, y que permiten que las piezas de valor se expresen. Casi como una sinfonía musical donde el sonido cobra sentido gracias a los silencios.

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